Sé que te gusta escuchar la radio cada vez que te levantas, que te gusta ver los reflejos de las estrellas en tu ventana todas las noches, a todas horas. Que te quedas todos los días escuchando mis grabaciones para dormir. Sé que tomas tu capuccino todas las mañanas, tal y como te enseñe, tal y como lo hacía yo. Se también que te quedas dormida envuelta en mi camiseta, buscando mi olor, buscando mi figura bajo las sábanas. Que escuchas mi música, como si yo estuviera ahí, a tu lado. Tal y como te dije una vez, voy a estar ahí siempre, y lo sabes amor, lo sabes. Porque quiero que sepas que yo todavía me duermo y no termino de acostumbrarme al vacío lado de la cama, a no escucharte reír en sueños. No soporto la idea de no sentir como te levantas, y de no volver a comparar tu piel de porcelana con los reflejos que deja el sol en ella. No quiero que te asustes, pero yo sigo recordando la fuerza con la que tocabas la guitarra, sigo escuchando el sonido de tus pisadas antes de entrar en casa. Me sigo poniendo nervioso cuando lo hago, cuando me acuerdo de todo eso. Me pongo nervioso siempre que me acuerdo de cómo te acercabas a mí, de que en cada instante me hacías feliz.
Miro el mismo cielo que tú todas las noches, por si algún día te llegan señales de que ahí estoy, amor, de que sigo pensando en ti como el primer día, como la primera noche.
