Escucho las nubes pasar cada vez que miro por la ventana, y la lluvia caer cada vez que la cierro. Veo tus ojos llorar, y mis manos heladas sufrir por no poder secar tus lágrimas. Y veo detrás de los espejos de cada pared, una historia. Y detrás de cada historia, un millón de personas. Y oigo cómo el granizo choca contra mi cuerpo, y cómo la luz de cada espejismo se posa sobre mi. Porque a veces es lo que eres, un espejismo. Y no, no puedo tocarte, no puedo sentirte, pero ver cómo te desvaneces es lo que más me duele. Ver cómo te vas poco a poco, y cómo sin pedirte perdón, me escondo bajo las piedras.
Soy cobarde cada vez que te veo, soy cobarde cada vez que toco las estrellas acordándome de ti, pero dejo de serlo cada vez que me tocas, cada vez que el calor de tus manos deja que el mío vuelva. Ahí me siento protegida.
Y veo las estrellas caer desde mi cuarto, y veo los meteoritos gritar. Y veo como te alejas, querido espejismo, cuando más me haces falta.
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