Y si alguna vez has estado pensando en huir, dejarlo todo y marcharte lejos donde ni siquiera el aire pueda alcanzarte. Y si alguna vez has deseado abrirle las puertas al pasado y dejar el destino a un lado, ocultando tu verdadero yo en un frío y oscuro callejón sin salida. Y si alguna vez has dejado todo, y te has dedicado simplemente a escuchar el sonido de las olas. Y si alguna vez has hecho alguna de esas cosas, recuerda que no estás solo. Miles de personas han escondido la cabeza y han luchado menos de lo que hiciste tú. Muchas de esas personas ya no están aquí, y desde ese lugar lejano te están susurrando que sigas a delante, porque ellos una vez no fueron capaces de hacerlo. ¿El suicidio? La elección más cobarde, demasiado fácil. Quizá lo que necesites ahora mismo sea perderte. Vete. Lejos. Coge el primer tren a un lugar no demasiado lejano, pero desconocido. A ser posible con mar. Baja en la última parada y que te dé la hora de irte a casa. Que los minutos y las horas se cuenten en forma de canciones. Que hoy ninguna ráfaga de viento te quite el tiempo. Es tu momento.
Cuando vuelvas a casa, no pienses, ya has hecho bastante. Túmbate en la cama y descansa. Escucha más música si hace falta. Y que nadie haga que te arrepientas de algo que un día no muy lejano, te hizo sonreír.
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