martes, 3 de abril de 2012

No pienso ser tu princesa, ni salvarte del charco de las ranas. No pienso ser la chica perfecta, esa que recoge los restos que dejas, esa que te persigue a cada paso que das. No pienso poner mi cuarto patas arriba en busca de una explicación en un trozo de papel. No pienso ponerme celosa y malhumorada cada vez que llegues tarde a casa, y tampoco me enfadaré cada vez que llegues con olor a tabaco, a alcohol y a fiesta. No pienso hacerte el desayuno, y llevártelo a la cama todos los días. No pienso pedirte explicaciones cada vez que te vea con una chica. No pienso prometerte un para siempre si no voy a cumplirlo.
Solo voy a ser yo, la chica inocente que pasa de lo que digan los demás, sí, esa que no sabe ser una princesa. La que da pasos hacia delante junto a ti, no detrás. Esa que directamente no ordena su cuarto, pero si quiere buscar explicaciones no las busca en un trozo de papel. Esa que vale, quizá sea celosa, y también malhumorada... en realidad, bastante, pero nunca dejará que lo notes. Esa que no, no te esperaría en casa después de salir de fiesta; llegaría detrás tuyo, quizá un poco más tarde incluso. Esa que no, no espera llevarte todos los días el desayuno a la cama, pero de vez en cuando no viene mal, aunque siempre hay algo a cambio, ya que hacer un desayuno, cuesta. Esa que quizá no te pida explicaciones, pero por dentro querría matar a la que esté en ese momento contigo.
Esa que no, quizá no quiere que tú seas su príncipe y ella tu princesa, pero seguramente si que quiere estar contigo. Es que, ¿sabes? Un príncipe y una princesa no se tiran pedos en la mesa, y soy esa chica a la que esas ñoñerías, pues no le van. Pero también soy esa chica que, a la hora de la verdad, quizá te sorprenda, y quizá acabes pensando que no, que no soy una princesa con un vestido rosa; soy más de ir de azul.
P.D: Que igual no lo he dicho, pero puede que sea esa chica que aún no quiere olvidarte.

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