domingo, 11 de marzo de 2012



Y en un abrir y cerrar de ojos empiezas a pensar en las cosas que han podido pasar, en las cosas que te has podido perder, en los sueños que han podido desvanecer. Te paras a pensar en todas las historias que has dejado escapar, en todos los momentos que te gusta recordar, en todos los recuerdos que te gusta guardar. No suena bien, ya han pasado. ¿Para qué recordarlos? Te preguntarás. Pues ni yo misma lo sé. Solo sé que al recordar el instante en el que me abrazaste, en el que me diste la mano por primera vez... me estremezco y empiezo a temblar, me sube la temperatura y termino con fiebre, siento frío por cada parte de mi cuerpo con el que te rozaste . Noto tu aliento en la oscuridad de la noche susurrándome que me calme, que sigues ahí, que nunca te irás. Pero ya no estás. Hasta en casa tengo que disimular que todo va bien; hasta mis padres han empezado a sospechar que algo va mal. Siento tus labios dándome un beso de buenas noches cada vez que me tumbo en la cama, me cruzo con tus ojos azules cada vez que miro al espejo del baño. Y cada vez que cojo una bocanada de aire siento tu aliento juntándose con el mío.
Que no es broma, que te echo de menos. Que ahora las estrellas me miran mal, y Orion dice que te he perdido ya, por tonta, por estúpida.
¿Has visto las estrellas? ¿No las notas un poco más apagadas? Es porque ya no estás conmigo, y porque he decidido casarme con la comida. Si algún día me echas de menos, tráeme un sándwich.

No hay comentarios:

Publicar un comentario