jueves, 20 de septiembre de 2012

Chapter 2012. Page 263 of 366.

Supongo que la semejanza entre la tristeza y la felicidad, a veces, es más grande de lo que pensamos. Puedes estar tan cerca de una como de la otra, en milésimas de segundo. No hay un recorrido balido para ir de una a otra, no hay nada a cambio de tenerlas. Un día, tan pronto te levantas con una sonrisa de oreja a oreja, como tan pronto puedes borrarla, así, como si fuera un dibujo. Si lo piensas bien, lo que sentimos es bastante parecido incluso: ese nudo que te llega desde el pecho, justo en la mitad de las costillas, para no poder respirar, hasta los ojos. Sí, te quedas sin oxígeno. Muchas veces ni siquiera te da tiempo a poder coger una bocanada de aire. Y a la vez, puedes empezar a llorar como si te fuera la vida en ello. Estoy segura que has sentido esa sensación de querer decir tantas cosas, y a la vez no poder decir nada, sea la razón que sea por la cual estés sin aliento.
Si te fijas, si estás feliz no dejas de pensar en eso. Estás feliz y crees que nada podrá arrebatártelo. Y cuando estás mal, tampoco puedes quitártelo de la mente, no puedes dejar de pensar que te quedarás así para siempre.
En lo único en lo que se diferencian, es en que el nudo de cuando estás deprimido, ese nudo del que aun gritando no te puedes deshacer, ese nudo que necesita tiempo para irse. Es como... digamos, un virus. Necesitas tratamiento para vencerlo. Y el mejor, es darte una alegría cuando menos te lo esperes. Coger un día, y darte un paseo. Pensar, simplemente pensar en lo que puedes llegar a tener delante sin darte cuenta y, sobre todo, apreciar y agarrar bien aquello que te haga sentir mínimamente mejor.
Aunque lo peor de todo, es que no nos damos cuenta cuando lo tenemos delante. No nos damos cuenta de que justo delante tenemos a lo que mejor nos hace sentir en el mundo. Nos encerramos tanto en el pasado, que nos olvidamos de todo lo que tenemos ahora. Nos olvidamos tanto, que al final esa mínima oportunidad que podríamos haber tenido para ser felices, se escapa. Yo suelo perderlas, pero no porque no me dé cuenta de que las tengo delante; las pierdo por cobarde. ¿La frase que más me han repetido? El que no arriesga, no gana. Y puede que tengan toda la razón del mundo en decírmelo, pero no creo que vaya a hacer mucho caso. Es ese miedo al fracaso lo que me impide hacerlo, y puede que siempre sea así.
¿Que qué quiero decir con todo esto? Que solo TÚ puedes saber lo que realmente te hace feliz. Que si lo tienes delante, aférrate a ello como si se tratara de un asunto de vida o muerte... O, mejor dicho, Es un asunto de vida o muerte. No dejes escapar esa oportunidad de ser feliz, inténtalo, no seas egoísta. Y sí, he dicho egoísta. No dejes escapar esa oportunidad... No hagas lo que yo.

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