domingo, 27 de noviembre de 2011

No puedo.

Siempre estoy deseando a que venga la noche para poder meterme en la cama y escapar de esta cruda realidad, de la realidad de que ya no estás, que desapareciste sin darme cuenta. Siempre intento no llorar, intento que las lágrimas se queden donde están pero no puedo, es que ya no puedo. Y solo ha pasado una semana y ya te echo de menos. Pero por mucho que llegue la noche para querer escapar, a la noche es cuando llega lo peor; es cuando el cielo se nubla y las paredes van juntándose cada vez más. Es cuando me cuesta dormir, es cuando sueño contigo, es cuando todavía te siento, siento tus labios en los míos y siento que todavía estás aquí, conmigo. Pero entonces despierto, despierto y no estás, y veo que solo la oscuridad ha sentido mis caricias. No sé si todavía piensas en mi, o si todavía al menos te acuerdas de algo de lo vivido, pero tampoco sé si quiero saberlo. Solo quiero que todo esto termine, y veo que solo acaba de empezar. Y es que sé que aunque te sienta cerca, que aunque crea que todavía estás conmigo ya no estás. Y duele, duele mucho. No quiero hacerte sentir culpable ni por un solo segundo, no quiero. Yo quiero que seas feliz, siempre. Y aunque esto suene un tanto egoísta, no quiero que nadie más te haga feliz... quiero ser yo esa chica tan especial que haga que salgan las mariposas a paseas por tu tripita, quiero ser esa que te diga que te quiere cada segundo, cada día. Y no quiero que desaparezcas...
¿Me escuchas? ¿Al menos me oyes? Ojalá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario